jueves, 27 de junio de 2013

La producción de masas y el consumismo triunfante, proporcionaron los iconos que se multiplicarán hasta la saciedad en la obra de los llamados “artistas pop”. La experiencia cotidiana marca las pautas de un estilo desnudo y mecanizado,  de series reproducidas y entendibles por el espectador contemporáneo, un arte desligado del compromiso y de fuerte carga visual, una producción artística  que enlaza directamente con el mundo de la publicidad.
El tamaño de las obras será cada vez más espectacular, propiciando la ampliación de los motivos que pasan a primer plano o se multiplican a lo largo de la superficie pictórica; la expresividad queda relegada a un segundo término, manteniendo la supremacía un estilo impersonal que retrata su contemporaneidad con sutil conformismo.
Los motivos marcan las pautas del estilo, desarrollando una temática reducida a los artículos de consumo comercial, latas de sopa, revólveres, flores, etc. El artista como reportero dibuja en sus obras, de temática banal  y descuidada ejecución, un universo cercano al ciudadano de a pie, que niega el virtuosismo en ejecución en pro de la reproducción múltiple y desinteresada.
Cualquier cosa se podía repetir y reproducir hasta el infinito, artículos y retratos de personajes de la alta sociedad. La reproducción de la obra de arte es una de la bases de este estilo. El retrato, como  sucedió en épocas exteriores, toma una gran fuerza. Todas las personas relevantes ansiaban tener su propia visión pop. Delante de Andy Warhol se pusieron Marilyn, Jacquelin Kennedy, Grace Kelly... para que dejasen constancia de su paso por la modernidad.



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